lunes, 8 de abril de 2013

Su máxima desnudez es un traje de buzo

Ostentosa humildad, automática sensatez, paranoia social. Creo que todos en momentos de relacionarnos (o posteriores al trato) creamos juicios de valor respecto a los demás... inevitable ¿verdad? Hay personas que tienen el suficiente tacto como para formarse un pronto e inequívoco veredicto y así saber a que atenerse y poder también emitirlo advirtiendo a otros sobre ventajas, peligros y/u otros patrones de conducta rescatados oportunamente. No es mi caso, yo siempre necesité, y necesito, un poco más... quizás se deba a mi desacertada visión de las cosas o a esa ciega necesidad de confiar, de querer creer en una genuina respuesta permanente y el deseo de no reformularme el buen prejuicio que había creado respecto de determinadas personas... o tal vez a mi deseo de continuar fertilizando la "capacidad de sorprenderme" tan inconcebible en el ser humano promedio una vez pasado los treinta.
Y así fue que en mi anárquica vida crucé de todo un poco, desde el ebrio comunista cuyas ideas morían en un "hay que..." jamás concretado, hasta el pérfido anarquista que termina montando una empresa sometiendo a sus serviles empleados a las mismas explotaciones otrora causales de sus rezongos... sin saltear los pasionales y engañados carne de cañón, tan confundidos en sus ideales, pero cuya preparación y predisposición para con una contienda armada son de la misma magnitud que su ingenuidad... sin olvidarme del sabelotodo o del perfectito... ¡uy! ¡esos son los peores! con el debido respeto y el perdón de quien se atreva a leer estas líneas, y ya que me acordé de ellos, creo que voy a dedicarles lo que resta de estos renglones así suelto un poco observaciones que hace tiempo vengo arrastrando y omitiendo exteriorizar.
Solía tener como amigos a pendejos post-noventa, menores que yo, new generation del siglo veintiuno... tan esclavos de la perfección (de una de las tantas escuetas concepciones de lo que para uno que otro ser humano impositor de la moda en turno, por cierto, es la perfección) ¡tan cuadrados que me atrevo a afirmar que mi televisor tiene mas curvas que sus cabezas! sin liberarse, sin salirse del esquema del socialmente aceptado y estadísticamente determinado o caratulado como "humor inteligente". Tan tinelizados... tan pergolinizados... tan enmarcados en la imperante premisa: "ser inteligente es esto y no aquello".
Tristeza me dan.
¡Vanidosos!
No se permiten emitir una opinión sin mirarse de afuera para adelantarse a ver como se verían opinando de tal o cual manera para quedar ante el mundo como un ser sensato, inteligente, elocuente e infalible ¡pamplinas!, y van matando así todo lo genuino que su "falible aporte" humanamente nos hubiese brindado (según mi criterio angá). No se si hay divinidad en la cualidad pero para mí es preocupante el modo en como no se permiten ser humanos. Tan cubiertos, tan a la defensiva... su máxima desnudez es un traje de buzo.
En ocasiones, conversando con personas de confianza, y para poner fin al tiempo que le dedicamos en la charla, llegamos al resignado acuerdo de decir "si así son felices ¿que problema hay?". Aunque, a decir verdad, no creo que sea "felicidad" pero si estoy más cerca de creer que es una cuestión de "ego satisfecho".
Hombre modelo, soñado... estereotipo de perfección... sin dolor, sin lugar a debilidad... rápido, efectivo, pensante... tan concreto y pragmático... solo pensar lo que es, o un socialmente aceptado deber ser... urgencia, efectividad. No hay espacio para permitirse márgenes de error en vuestro hogar donde la duda es pérdida de tiempo. ¡Uy! máquinas... Os habéis transformado en robots.
Tan fríos... tan poco entusiastas... con poca capacidad de sorprenderse de las situaciones, personas y cosas. ¡Cero emoción!
Por mi parte ¿que puedo decir? Siempre me desnudé, me expuse, me exhibí "débil en mi fortaleza y fuerte en mi debilidad", sin disfraces y sin más exageraciones que las que a un cierto fin consideré oportunas y necesarias (pero admitidas al fin), si hablamos de una genuina necesidad de mostrarme tal cual soy.
Emoción, es inevitable sentirla... duda y emoción, de no sentirlas sería algo así como un Dios, y de tener posibilidades de serlo, aún elijo seguir siendo yo, tan débil como me ven y tan fuerte como aparento. Pues luego, a lo largo del camino "todo sale a la luz" y prefiero ser el patético que al fin y a los golpes aprendió antes que el grandioso en decadencia.
31/03/2013

miércoles, 3 de abril de 2013

Añá manté


Maldito sea el correntino que no hable guaraní,
pues ha de apagar la voz de la nación Taraguy.
Añá manté podrá olvidar, cuanto más desmerecer
modesta gloria del tape duro, piel de yacaré...
yaguareté-avá en las venas, mate y té ñangapiry,
corajudo hasta que muera cual Cabral y San Martín.
Inundado y poriajú, poeta, chamamecero,
algunas siestas pombero, devoto del Gaucho Gil.
Si el chistido del suindá un día trae la muerte,
un sapucay bien ardiente, Corrientes, he de pedir.