Ya no quiero seguir tus pasos y verme transitando las aceras del éxito fundado en la miseria y en la falta de virtud de mis hermanos, ¿para que? ¿para que cada ochava, a los golpes, me recuerde que no soy nada de lo que creí ser y que no estoy a la altura de las circunstancias de aquello que, con tanto desgaste de energía, en vano se pretende sostener? Nadie dijo que sería fácil representar alguno de los papeles de esta obra en la que todos los personajes tienen una sola razón... y mil razones para hacer de ella irrazonable... la ironía de los seres racionales. Mas te cansa el esfuerzo y te funde el cansancio, pero a la vez estás cansado de descansar... y exigís de los demás lo que es fácil para vos, porque sí nomas, porque así te ven grande cuando en verdad, en la soledad de tu escritorio cuando el lápiz cala tus decrépitos dedos por la infundada necesidad de esbozar tan largos textos, al final reconocés que sos pequeño, muy pequeño... y más te alejás de donde querés estar, y más te alejás de donde estás.
Hoy te vi caminando, y el sol derretía tu frente, como a mí... como a todos, vi trastabillar tus impacientes pasos, tu vigor aletargado... y me pregunto ¿que admiré?
No pienso imitarte, no quiero seguir los pasos de quien para dejar huellas pisa fuerte destruyendo todo lo que encuentra en frente. Prefiero sembrar la paz en los surcos que se dibujan detrás de tus arrastrados pasos -sí, las huellas que dejaste- y disolverme en el espacio infinito que veo delante de mi cuando tengo los ojos cerrados.
Proveer de conformidad
es lo que tanto nos cuesta.
Joan Evol.-
27/08/2014.