viernes, 10 de septiembre de 2010

Haribol


Todavía recuerdo la tarde en que te conocí... No se si fué en agosto o septiembre, sólo se que apareciste de repente, no pude ver cuando llegabas, cuando reaccioné te estabas sentando junto a mi. Recuerdo también que me preguntaste si tenía algo para comer, yo en ese momento de emociones, con el alma, te brindé lo poco que tenía, no se si te acordás pero te dije -mirá que soy vegetariano- vos me dijiste -nos vamos a llevar bién entonces- ¿te acordás? Llevabas flores a Krishna y una flauta colgando. Te pregunté que estabas haciendo -celebro janmashtami- me dijiste y no te pedí explicaciones porque confié en la expresión de bondad de tus ojos. Te conté que escribo canciones, vos me miraste y me dijiste -¿de amores perdidos?- yo te dije que si, entre otras cosas (querías escucharme cantar, lo percibí). Te acompañé un tramo y te repetí que si me necesitabas podías contar conmigo, que yo estaba siempre a esa hora en ese sitio, vos me dijiste -lo se- y te fuiste; me extrañó que no estabas con nadie y aunque no te había visto antes, me solté como si te conociera de toda la vida. ¿Te acordás cuando nos volvimos a ver? cantamos juntos y caminamos hacia el río; tu sensatez y mi lógica parecían escaparse una de otra, como si habláramos diferentes idiomas, yo buscaba encontrar un punto de unión entre tus frases y las mías, era tan difícil llegar a vos, por un momento creí que eras de libra, porque en mi experiencia los librianos y piscianos no se llevan bien, no se entienden y no llegan a un acuerdo fácilmente, pero se que a vos no te importaba. Hubo algo que me llamó la atención "tu apuro" como si nunca tuvieras tiempo, tampoco sabía en que momento ibas a aparecer; puedo jurar que me sentía incómodo con un ser extraño e impredecible que aparecía en mi vida y se iba y volvía sin tener nada en común conmigo, porque no había nada que nos identifique hasta el momento en que me abriste tu alma y conocí tu fe, tus amores, historias y miedos, tu paz y espiritualidad. Yo te escuchaba y no hablaba, pero te toqué y sentí que eras de carne y hueso (o de algún material parecido) comprendí así que no eramos tan distintos, los dos eramos seres humanos, con culturas y formaciones diferentes y, aunque no me busques más, todavía celebro los pocos puntos de encaje que pudimos encontrar entre tu fe casi supersticiosa (para mi) y mi constante soberbia de creerme mi propio Dios (para vos) aunque a veces me pregunto, por irónico que parezca, si no fue al revés. Te acompañé unas cuadras y me preguntaste si quería acompañarte a tu templo, como si nadie más pudiera verte, cosa que dudo, y pude haber ido, pero me cohibí al ver la caravana de rosa y naranja que te seguía cantando y tocando una especie de atabaque o bongo, esa noche no pude dormir, pero te seguí viendo, como si me estuviera enamorando, escuchaba tus canciones y los pensamientos sobre vos me conducían al insomnio. Harekrishna: mentí si alguna vez dije que no traté de interpretarte, mentí también si alguna vez dije que no dejé de ser yo para intentar conquistarte, no mentí sobre mi historia, mi dolor, mi sencillez de gatos con cinco patas, como vos tampoco mentiste al hablar de las cuatro cabezas de Brhama (Dios). y si decidiste, decidís o decido no vernos más, te pido que siempre tengas presente que nunca he de olvidar tu mensaje de amor y paz, que no es muy distinto al que aprendí de Siddharta y Jesús. Krishtina: amiga mía de esos días y reina de mis zafadas fantasías, te escribí esta carta porque es la única forma de sentirme comunicado con vos, y aunque hoy no puedo verte te recuerdo con alegría. Espero que hayas llegado bien, yo por mi parte voy a seguir frecuentando los mismos lugares donde nos encontrábamos, los mismos días, por si se te ocurre volver, aunque mas no sea unos segundos para conversar. Se que te vas a sorprender al verme, me creció el pelo, ya no me rapo la cabeza... y bueno, quien sabe, hasta el próximo encuentro o desencuentro. Un abrazo y un beso. ¡Haribol!
Joan Evol.-

No hay comentarios: