sábado, 30 de noviembre de 2013

Cinco minutos antes de que termine el día.

No tiene precio cuando llega ese momento en que encontrás poemas en las cosas que hacés cotidianamente en un mundo donde se puede decir cosas distintas usando las mismas palabras. Cuantas maneras de salir a flote los valores de una generación, aunque a otros poco le valga. Cuando lo abstracto te limita, no hay nada mas burdo que esforzarse en decir cosas sublimes. Nos vamos... prometiendo cosas que no pondremos en práctica. Y aunque parezca un disco repetido sigo creyendo que lo más de lo más es lo menos de lo menos, sin más mentiras que la de percibirse como alguien, como algo... como nada. Ya me olvidaba en el bolsillo los puntos suspensivos y se me quedaban los plurales en el camino de tanto ser singular, arrastrando un egoísmo que no te acompañará pues se hará segunda persona cuando te hayan de juzgar. No te imagines para que suceda o matalo con la imaginación, deseá no desear y solo tendrás un deseo más. Y tan mal ando escribiendo que hasta suelo ponderarme y justo en la brecha final se escabulle la frase que tanto te atragantaba para al fin no regresar aunque deje su secuela en la próxima oración. Y hasta es grato observar como alguien más pretende comprender lo que ni el autor consigue descifrar. Decime que estoy despierto... cinco minutos antes de que termine el día.
Joan Evol.-
20/11/2013. 

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