A veces lloro acostado de lado y esa lágrima que sale de un ojo para introducirse en el otro me hace pensar en que quizás no estoy a la altura de las circunstancias, quizás esto me cueste un regreso a la nada, a la decepción, a la renuncia una última nueva vez, quizás el miedo sea un factor que siempre vaya a presentarse y yo sea tan idiota que lo interprete como presagio, puede que se me cierre la garganta de solo pensar en que quizás sea la última batalla de la cual vuelva huyendo espantado, decepcionado, desilusionado, desesperanzado. Y cuando todas las puertas se te cierran y quienes tienen la posibilidad de tirarte una soga para que salgas del pozo se quedan mirando como manoteás para salir luego de haber suplicado, mendigado e intentado sin éxito, cuando el bote de rescate se queda mirando para arrojarte el salvavidas cuando perdiste las fuerzas, es ahí cuando a uno le dan ganas de tomar una mochila con dos o tres mudas de ropa y lanzarse al olvido, lejos de toda esta fantochada tan bizarra como las solemnes diplomacias de bocas burocráticamente amargas y sus sabrosos desamparos, pues la intemperie me huele más a refugio que el vacío que se aloja entre mi espalda y el repique de sus palmas. Puede que regrese dispuesto a nada, puede que el caramelo se disuelva en mi saliva y el viento vuelva a secar mis lágrimas, puede que sea la última vez que me regale una esperanza; quizás deba herirte, corazón, para que esta última vez valores el sabor de la calma y de no depender de nada mas que del aire, el agua, la luz del sol y alguna fruta que se desprenda de alguna rama. Y ha de ser que soy feliz con tan poco porque del mundo ya no espero nada, o tal vez me sabe a poema esa luz de la que hablan, si quien dice de si ser maestro mezquina las enseñanzas como baqueano que guía caminando en circulo, como cartógrafo que incinera los mapas... de ser así, dejame vivir mi mentira y ser feliz sin esperar nada. Cuidaos mucho, quereos, puede que la próxima vez que os vuelva a ver no haya carta ni caramelo, pero tampoco habrán lágrimas... ni nudos en la garganta.
Joan Evol.-
05/08/2014.
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