sábado, 9 de agosto de 2014

"Desaparecer"

Llegan esos días en que terminás de convencerte de que tenés que irte, es el mundo quien te está echando, aun te queda un último apego... o dos, o tres, o diez, pero ya no tenés ganas de seguir jugando al "me voy" para que te traigan y al "vuelvo" para que te expulsen, la conocida histeria mundana que hacen treinta y cuatro años se repite para que sigas girando la rueda que solo te trae al mismo lugar de siempre: nerviolandia, aburrimientolandia, depresiónlandia, egolandia, frustraciónlandia. ¿No te cansaste de hacer todos los años lo mismo? Hay muchos años, también es válido cambiar alguno, al menos para no morir sin haber intentado otras cosas. O quizás llegó la hora de anclar y decir "hasta aquí llegó este barco, que lo aborde quien quiera zarpar hacia ninguna parte" o tal vez llegó la hora de un naufragio a voluntad, a dejar que ocurra lo inesperado, pues de tanto acordarte de las cosas que no podés ser te olvidás de quien sos aquí y ahora y, aunque te ocultes detrás de una sonrisa alegre, hay días en los que te echás a llorar a los gritos tapando la boca con la almohada para que hermanos, madre y sobrinos no alcancen a notar la desesperación y congoja resultantes de una búsqueda inconclusa donde no hay una meta, mojón, guía o señal para tener de referencia, y no sabés si estás llegando o no sabés si estás de vuelta sin siquiera haber caminado la cuarta parte del camino... y hay algo que aun te ata -y todo el mundo miente, o tal vez todo el mundo dice la verdad usando metáforas que vos no entendés-, y decís querer lo que no querés... y es obvio que es así si entre ser feliz y seguir aquí no podrías elegir. Creo que hay cosas en las que no deberías interferir, quien te quiere te llama, depende para que te quiera, y los hechos sobran cuando te piden solo palabras... deberías dejar de jugar al sensei de los infelices y empezar a aprender de tu mejor pariente, sacarte las gafas oscuras, y ver como te está exhibiendo su luz tan clara y la llave de fin-del-lamento-landia, corré el flequillo de los ojos y mirá... y agradecé que todavía hay gente que se acuerda de rescatarte ¿le diste, alguna vez, las gracias?. Tranquilo, todo va a estar bien... tengo confianza en vos y se que llegado el momento vas a tomar la decisión correcta. Secate las lágrimas, meditá... llegaste a mi pidiéndo un consejo, ¿Verdad?
Joan Evol.-
10/08/2014.

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