Luces lejanas… y puede ser tan eterno como un parpadeo. Y a pesar de que esperaba ver el sol brillar reconozco, una vez más, que la humedad es una grata compañera… y el silencio y la soledad sentados en torno a mi mesa me acompañan cálidamente en el banquete pulmonar donde “oxígeno” es el platillo principal, el postre, la entrada y es menú del día. Ya no recuerdo lo que estaba esperando o a quién, o a que ¿será? …solo recuerdo que algún tiempo pasó y había alguna razón por la cual dejé crecer mi barba, y el silencio no se expresa con palabras… y hay sabores en los sonidos, en las palabras que pretenden interrumpir la calma, y se van, se disuelven como el caramelo en la saliva que viaja hacia atrás de la garganta. Le doy gracias a la vida por un nuevo despertar, aunque para ello haya vuelto a dormir y a soñar. Le doy gracias al olvido por cada foto que no encuentro, por cada rollo que no revelo y que decido enterrar ¿Quién necesita caricias cuando la brisa del viento te susurra al oído y recorre todo tu cuerpo? ¿Quién precisa una mirada, distracciones, argumentos si el vacío inexplicable realmente no tiene precio? ¿Quién necesita melodías si la bestia esta calmada? ¿Quién necesita poesías para describir la nada? Un sorbo de amargura te mantendrá despierto en el mismo lugar donde la última golosina te arrebataba la vigilia. Todavía te cuesta creer que no sos tan importante, y duele reconocer que deberías resignarte, renunciar, rendirte, abandonarte… y que sea lo que sea, decís para tus afueras pero por dentro sabés que tu expresión no es sincera porque aún no resignás caprichos y arbitrarios deseos. Ya no recordás lo que estabas esperando, o a quien o a que… ni la razón por la cual dejaste tu barba crecer, ¿Luces lejanas, tal vez? …y puede ser tan eterno como el eco de una gota que hace ondas en un estanque… más nadie estuvo ahí para escucharla caer.
Joan Evol.-
13/09/2014.
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